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Si de valores se trata, y de eso debemos hablar y reflexionar probablemente con mayor frecuencia que la habitual, la figura paterna adquiere en la actualidad una importancia singular. Naturalmente, siempre la ha tenido; sucede que las circunstancias presentes convierten al rol del padre en un imperativo que no admite medias tintas ni interpretaciones confusas. No sin cierto azoro, a menudo escuchamos a padres que se identifican a sí mismos como “amigos” de sus hijos. Surge de inmediato una pregunta vital: ¿es una forma sutil de eludir responsabilidades? Obviamente, es mucho menos comprometido el vínculo de amigo, por más profundo que este sea, que el de padre. La cualidad de padre encierra la amistad en su concepción más profunda y superadora: el amor. Es fundamental resistir todo avance que vaya en desmedro de la familia, la que hoy adquiere formas heterogéneas de conformación. En el proceso de evitar su debilitamiento, los roles de madre y padre son absolutamente insustituibles y por ello resulta imprescindible obturar el camino de las ambigüedades.Celebrar el Día del Padre es, fundamentalmente, fortalecer la prevalencia de los valores humanos esenciales. Es la oportunidad del reconocimiento a quienes contribuyeron a dar vida y también un desafío al compromiso y responsabilidad que entraña la paternidad. Este es el anhelo de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA

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